El circuito se encuentra en medio de un área de dunas naturales, lo que lo convierte en uno de los pocos circuitos del mundo ubicados en un entorno tan único. Además, cuenta con cambios de elevación significativos, lo que agrega un desafío adicional para los pilotos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el circuito fue cerrado y utilizado por las fuerzas alemanas como pista de aterrizaje y despegue de aviones. Después de la guerra, se retomaron las carreras.
El diseño original del circuito ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años para adaptarse a los estándares de seguridad y a las demandas del automovilismo moderno. A pesar de esto, el espíritu y el ambiente tradicional se han mantenido.
El circuito en sí está construido sobre una base de arena, lo que puede afectar la adherencia de los neumáticos y la pista en diferentes condiciones climáticas.
Debido a su diseño técnico y curvas desafiantes, la velocidad promedio en una vuelta al circuito puede ser relativamente baja en comparación con otros circuitos de Fórmula 1.
La zona de pits en Zandvoort es famosa por su diseño tradicional y estrecho, lo que puede dificultar las maniobras de los equipos durante las paradas en boxes.
El circuito no solo alberga carreras de automóviles, sino que también ha sido sede de diversos eventos y festivales relacionados con el automovilismo, atrayendo a entusiastas de todo el mundo.
Durante ciertos días del año, el circuito se abre para que los ciclistas aficionados puedan experimentar la pista de primera mano en un ambiente no competitivo.
El Circuito de Zandvoort cuenta con su propio museo de automovilismo, que presenta una colección de automóviles históricos y memorabilia relacionada con las carreras que han tenido lugar en el circuito a lo largo de los años.